miércoles, 17 de febrero de 2010

EL CAMINO DE LA ALCALDIA

Ya decía yo hace tiempo que las rotondas, importadas de Francia para regular la circulación, no podían traernos nada bueno.
La culpa fue de Miguel Induraín y sus cinco Tours. Nos pegaba a la televisión en las sobremesas del mes de julio de aquellos principios de los noventa y veíamos como nuestro país vecino estaba plagado de rotondas para regular la circulación, y eso que los periodistas deportivos ya anunciaban su peligrosidad para los "esforzados de la ruta". A partir de ahí, con responsables del Ministerio de Fomento o de Transportes o algún Jefe de Tráfico de vacaciones siguiendo las evoluciones del superindurain alguno de ellos dijo: -esto lo pongo yo en España y me quito de un montón de cruces peligrosos y de problemas-.
No en Siero.
Tras la primera bofetada, no premeditada, ahora vienen las otras, las de a rey muerto rey puesto, y vemos con estupor como día tras día se postulan tirios y troyanos para ocupar tan apetecible sillón; algunos incluso que quieren hacer una operación al estilo Nava.
Cualquier cosa con tal de figurar.

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